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- Alba
- 8 jun 2017
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Francisco Jóse Arabí. Fuente: https://elmiradorpolitic.wordpress.com/
Francisco José Arabí es periodista y profesor en la Universitat de València. En esta entrevista, el experto nos hace un interesante y profundo análisis sobre los cambios que supuso el 15M para la política valenciana, el papel de los jóvenes en los partidos políticos y su opinión acerca de una supuesta renovación en la política.
P: ¿Cuáles han sido los efectos del 15M en la política valenciana?
R: Siempre se habla de su poder de transformación, de hasta qué punto cambia las cosas. Yo creo que, de entrada, el 15M fue un síntoma. Aparte de que evidentemente vehiculó todas unas energías de cambio, de transformación, de actitudes en la vida pública; no únicamente de los políticos, sino de los ciudadanos en la plaza pública. Había un malestar que evidentemente estaba larvado en la crisis. El 15M fue el gas que necesitaba ese caldo de cultivo, porque yo creo que sin crisis eso nunca hubiera estallado, porque los ciudadanos pueden ir cada cuatro años a las urnas y se ven los resultados de las elecciones del 2007 y sobre todo, de 2011, en plena crisis, y el presidente camino a la banqueta de los acusados.
Aunque hay gente que diga que el 15M se produjo por un descontento, lo cierto es que esto no se pronunció en las urnas. Y todo esto se concentra en la plaza, nunca mejor dicho, y tiene una grandísima influencia que yo creo que, aparte de concretarse en una opción política que se reclama heredera de eso, tiene una influencia básica transversal: afecta a todos los partidos. Es decir, pone las pilas a muchísima gente. Pone las pilas sobre todo a la gente que está en la escena pública, no únicamente políticos, sino en general; también a la prensa, a los banqueros; a cualquier persona que tenga una mínima responsabilidad pública. Gente que hasta ese momento había cometido un gran pecado instalado en el ambiente: la confusión entre el ámbito de lo legal y de la ética. A partir de ese momento, empiezan a dibujarse y perfilarse claramente dos espacios: el espacio de la ética y el espacio de la ley, que estaban muy confundidos.
Mucha gente que va a la plaza pública, ya no físicamente, sino que metafóricamente comparece, empieza a pensar, a hacer ese análisis interno. Es decir, el 15 M es sobre todo un motor de catarsis de la sociedad. Muchas veces tendemos a pensar que el 15 M es como si de repente hubiera venido una cuadrilla de marcianos, que han venido a intervenir como si fueran fuerzas de ocupación. Pero no: el 15M sale de gente muy jodida que había vivido muy bien, que incluso había abandonado la cultura del esfuerzo y se da cuenta de que se ha quedado en medio de la plaza sin cultura, sin formación, y sin la gloria de los tres mil euros. Toda esa gente no lo confesará, y volcará el 15M en los políticos, obviamente, ninguno va a hacer un striptease en medio de la plaza y decir: “Yo, desde el punto de vista de ciudadanía, he dimitido de mis obligaciones”. Porque durante mucho tiempo aquí muchos políticos dimitieron, pero sobre todo dimitieron ciudadanos.
El 15M es por tanto una catarsis, pues en la plaza comparecen todos: comparecen los marginales, la mayoría de los cuales no ha participado en todo esto, y comparecen por empatía o por asentimiento. De hecho, los medios de comunicación detectan que hay algo más de treinta mil en la plaza, y comienzan a informar sobre el tema, y de todo esto nace Podemos y la ruptura del bipartidismo. Porque esa situación acomodaticia, no deja de ser el bipartidismo; que aparte de ser el los partidos PP y PSOE, es la alternancia, como en el reformismo español. Porque la política es un espacio de gestión de la intendencia, no de transformación. Porque la gente realmente no quiere transformar nada, porque está bien, y esa es la realidad. Aunque políticamente quedaría mejor hablar de otra manera, esa es la realidad: que aquí había toda una ciudadanía que había dimitido y que cuando viene la crisis se da cuenta de todas las consecuencias de esta dimisión como ciudadano.
"Durante mucho tiempo los políticos dimitieron, pero sobretodo dimitieron los ciudadanos"
P: ¿Cuáles son las principales diferencias que encuentras entre la vieja y la nueva política?
R: Yo sinceramente las diferencias las veo en la inspiración del movimiento. Es decir, el problema de cualquier cosa que esté en manos de las personas es la carne débil. Por ejemplo, ¿alguien puede estar en contra del socialismo real como idea? El problema es cuando se pone en práctica y entonces viene la corrupción de la burocracia y del Estado. El drama es ese: como concretar las grandes ideas. La nueva política tiene una inspiración espectacular. El problema es cuando se pone en práctica. Mientras comienza, se guardan las fórmulas: hay un círculo, una asamblea… A los tres días, hay un señor que mangonea esta asamblea, a los cuatro días, ya no hay ni círculo ni asamblea. Al principio se intenta, jamás mejor dicho, cuadrar el círculo. Y cuadrar el círculo es complicado porque somos personas. Después comienzan las ambiciones personales, los egos; después viene la selección inversa y el Principio de Peter que sucede en todos los partidos, que es: el más mediocre que progrese más, porque no pone en peligro ni amenaza la organización. Y eso se ve en las grandes empresas de corporación, en un partido político y en una falla del barrio: siempre. Cuando veo que alguien ha llegado lejos, puede que sea una persona preparada, pero no será la persona con más escrúpulos de la organización en cuestión, porque los escrúpulos y la ética son lamentablemente una mochila cargada de piedras para escalar en la jerarquía de muchas organizaciones.
Entonces, en la inspiración, perfecto. Ahora el reto es que en la práctica demuestren que son diferentes, y visto lo visto de momento, no hay ningún motivo para ser optimista. Felipe González y Alfonso Guerra tardaron veinte años en acabar mal; Pablo Iglesias y Errejón han tardado 17 meses. También es verdad que todo va más deprisa, incluso la combustión de los partidos, porque el concepto de tiempo ha cambiado: antes la prehistoria era hace miles de millones de años y ahora la prehistoria es Twitter hace una hora. Se ha acelerado todo. La gente tiene mucha prisa.
P: ¿Cuál dirías que es un rasgo que caracteriza a los políticos jóvenes?
R: Un rasgo importantísimo de las nuevas generaciones en la política es la ambición y la prisa, acelerar el reloj. Si ya han pasado tres meses y no han conseguido ser aún sargento de su partido, comienzan a ponerse nerviosos. Antes, la gente tenía asumido -no digo que sea bueno-, por resignación o por lo que fuera, que primero había que ser cabo, cabo chusquero, cabo, sargento, teniente; para llegar a capital general, pero ahora no. Eso es una fuente de conflictos también, porque las nuevas generaciones tienen muchísima prisa.
P: ¿Qué opinas respecto a las juventudes de los Partidos?
R: Una de las cosas que más sorprendentes es que las juventudes de los partidos no son la punta de lanza en cuanto espíritu crítico. En los partidos políticos, cada vez que ha habido un congreso y alguna discrepancia interna o conflicto, los que han mantenido una posición incluso podríamos decir sumisa con la dirección son los jóvenes. Ha habido una posición de sumisión buscada para la cuota de la dirección de jóvenes en el equipo de los mayores. Los tres hombres fuertes de los diferentes partidos de jóvenes como Nuevas Generaciones, Izquierda Unida, o Juventudes socialistas, como tienen que hacerse hueco en la diputación, o en el lugar que sea, han tenido que ser muy obedientes.
Aquí ha habido una virtud y un problema con la entrada en política de muchísimas generaciones que ahora están y después se instalaron y querían perpetuarse. Y algunos lo consiguieron. La democracia llega a España y con ella muchos partidos como por ejemplo el PSOE, sin músculo, sin estructura: es una idea. De hecho, el partido comunista es el único que de verdad está organizado contra el franquismo. El PSOE, cuando organiza el Congreso de Suresnes del 74 tiene más militantes fuera que dentro, y de repente, necesita cuadros. Entonces, gente que iba con pantalones cortos por ahí, acaba como Presidente de la Generalitat y otro como conseller.
Eso, que es una anomalía total, tiene una ventaja: la gente llega con mucha ilusión y muy joven. Pero el problema es que se instalan en la política con pantalones cortos y muchos de ellos no tienen ni oficio ni beneficio. Ahora, muchos de los jóvenes que entran tampoco tienen oficio ni beneficio por otras circunstancias. Tienen seis másters y catorce grados, lo que es un problema añadido: muchos se consideran muy preparados y listos, entran a codazos, y además con un adonismo que echa para atrás. Y ahí tenemos el problema contrario. Antes teníamos mucho espacio para gestionar y muchos presupuestos, muy poca experiencia, incluso en la militancia, había que apuntarlos para que entraran. Ahora, al contrario, tienen mucha militancia, másters y tal, ninguna expectativa laboral y poco espacio para progresar, porque muchos están también taponados por la gente que ya está, que no se quiere ir.
Y en los partidos hay muchos conflictos generacionales. Por ejemplo, la gran mayoría de los conflictos internos en Compromís vienen dados por los conflictos generacionales. Conflictos generacionales que no se dan en una empresa, pero en los partidos se da. Y es verdad que también la cuestión generacional acaba siendo una solución. Por ejemplo, Sandra Gómez en el PSOE, ha caído del cielo. No tenían relevo y de repente ha llegado Sandra.
Sería más bonito hacer otra lectura política, pero no: es un problema de sillas, de poder; no de proyecto. De gente que dice “Yo no quiero dejar mi silla porque no tengo donde ir”. El que entra que no viene de ningún sitio, aquel cuyo primer trabajo es la política, genera dos problemas: uno, que su primer trabajo es la política, pero sobretodo, que le genera una hipoteca a la política y al ciudadano, porque esa persona no se irá de ninguna forma.
"El que entra en política que no viene de ningún sitio genera dos problemas: uno, que su primer trabajo es la política, pero sobretodo, que genera una hipoteca a la política y al ciudadano"
Joan Romero se fue del PSOE porque tenía donde irse. El principal problema no es que entre una persona que no sepa y comience a gestionar lo público. No es como entra, es que ese no sale. Por eso muchas veces los partidos cada vez que necesitan hacer algo que requiere la conexión de dos neuronas piden estudio externo, porque en general no saben hacer las cosas ellos. Hay excepciones, pero en general hay una absoluta descapitalización del conocimiento en muchas organizaciones políticas.
Entonces, el que llega que tiene seis másters también ve eso, y dice "¿Este es Capital General?, pero si ese tiene el graduado. Pues mañana yo quiero ser Capital General". Ya de por sí tiene un concepto del tiempo distinto, su reloj gira más deprisa, y encima ve eso y se produce conflicto generacional. Y eso no ha pasado únicamente en los partidos, eso pasa en los partidos, en los medios…. En cualquier organización donde haya un mínimo ya no digo de debate interno, sino de reparto de las acciones.
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